Desde que Eugene Peterson escribió este clásico de la formación espiritual hace casi cuarenta años, cientos de miles de cristianos se han inspirado en su llamado al discipulado más profundo. Como sociedad, todavía estamos obsesionados con lo inmediato; las nuevas tecnologías solo han intensificado nuestra búsqueda de la solución rápida. Pero la prescripción probada de Peterson para el discipulado sigue siendo la misma: Una larga obediencia en la misma dirección.
Seguir a Jesús de esta manera requiere una vida de oración cada vez más profunda, y a lo largo de la historia los cristianos han aprendido a orar con los Salmos. Peterson encuentra aliento en los Cánticos de los peregrinos (Salmos 120-134), cantados por viajeros que se dirigían a adorar en Jerusalén. Con su sabiduría profética y pastoral, Peterson muestra cómo los salmos nos enseñan a crecer en adoración, servicio, alegría, trabajo, felicidad, humildad, comunidad y bendición.