Mirando al final del corredor del tiempo, el Señor vio la desenfrenada maldad que enfrentaría su Iglesia al final de la era, y advirtió: “Por causa del aumento de la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24: 12). La amargura y la frialdad en el amor nos descalifican para cumplir con nuestro destino. Existe sólo un remedio: debemos tener más de Dios.
El pastor Francis Frangipane hace un llamado a la Iglesia a un tiempo de búsqueda de Dios. Si buscamos al Señor genuinamente, con todo el corazón y con persistencia, él promete venir a nuestro encuentro. En efecto, con gracia inquebrantable Dios afirma nuestro esfuerzo, diciendo: “Seré hallado por vosotros”. Si a Dios deseamos, a Dios encontraremos, ¡con toda seguridad!
Estos son algunos conceptos del autor:
- Buscar a Dios, poseer un corazón inclinado hacia Dios, esa es la clave para lograr todo lo demás.
- Hemos orado y ayunado pero no hemos tenido grandes progresos. ¿Cuál es la razón? Tal vez hemos buscado más la mano de Dios -sus dádivas- que su rostro.
- La oración no es solamente decirle a Dios nuestras necesidades: es entregárselas a él.
- Dios mide el valor de nuestra vida por la profundidad de nuestro amor.
- Un buscador de Dios ha sido entrenado interiormente por el Espíritu Santo de modo que su alma se apoye en Dios en todas las cosas.
- El hombre de Dios ha llegado a ser perfectamente débil, de modo que Dios puede mostrarse perfectamente fuerte.
- Permanecer en Dios significa vivir momento a momento en sumisión a Cristo.
El reposo que buscamos no es un rejuvenecimiento o llenura de energía: es un intercambio de energía: nuestra vida por la de Dios, mediante el cual el vaso de nuestra humanidad se llena con la presencia divina y la absoluta suficiencia de Cristo mismo.