El hombre es, qué duda cabe, un ser desvalido y menesteroso en grado sumo. Cada uno, en lo íntimo, es angustiosamente consciente de su precaria condición. Por ello, los individuos, las sociedades, se organizan e intentan cubrir el ingente cúmolo de carencias y necesidades que les agobian. Diríase que las culturas más prósperas y avanzadas alcanzan mayor grado de satisfacción, pero ¿de veras lo consiguen? Si bien en esta vida los hombres pueden accede a distintos niveles de bienestar, en función del tipo de existencia que hayan elegido, lo cierto es que nadie puede ser plenamente feliz, sentirse del todo satisfecho ni colmar todas sus necesidades auténticas. ¿Por qué el perfil de la naturaleza humana se caracteriza tanto por la complejidad de sus elementos constitutivos como por lo que no es y lo que le falta?
Este libro afirma que la dura realidad humana tiene un único sentido: la posibilidad que tiene la criatura de aceptar su insuficiencia intrínseca, de depender de un Dios magnánimo. Trata de abordar cuestiones esenciales de manera sincera e informal, aunque no exhaustiva.
El autor esboza una aquilatada reflexión sobre los enigmas perennes que conciernen a la humanidad; invita al lector a detenerse, a indagar en su verdadera condición, a desnudarse frente a sí y descubrir los resortes de su existencia y sus aspiraciones más profundas. ¡Buen provecho!