Toda persona que sigue a Cristo encuentra un gran número de “autoridades” que desafían directamente la autoridad de Cristo. Esas otras “autoridades” pueden ser padres, maestros, jefes, presidentes, instituciones, religiones o ideologías.
Para mantenernos firmes en la devoción a Jesús, debemos creer que él tiene la autoridad suprema sobre todo. No una parcial, no la máxima: toda autoridad.
Sobre la base de esta autoridad, Jesús ordenó a los suyos que fueran e hicieran discípulos de entre todos los grupos humanos de esta tierra. Si no fuera por la promesa de que estará con ellos siempre, esta comisión sería imposible de cumplir.
La doctrina de la autoridad suprema de Cristo no solo sustenta la obra de la Iglesia, sino que es el mensaje central que esta predica. ¡“Jesús es el Señor” es una buena noticia!