Existe una continuidad entre los profetas anteriores que no escribieron y los profetas posteriores de Israel. Si queremos obtener un entendimiento acabado de la profecía israelita, debemos estudiar ambos grupos.
El autor respalda con considerable evidencia la idea de la continuidad de la profecía. En lugar de concentrarse en los escritos proféticos apunta a los profetas mismos, hablando tanto de aquellos que escribieron como de los que no lo hicieron. El autor dice: “Un estudio de estos personajes es muy remunerador, porque cuando los vemos como personas que vivieron en cierto tiempo y bajo circunstancias específicas, progresamos enormemente en el entendimiento de lo que escribieron”.
El libro empieza con una introducción informativa sobre los profetas de Israel: su carácter único dentro del Cercano Oriente, su función, el papel que el Espíritu tuvo en sus vidas y trabajo, y su relación para con los falsos profetas.
Además de los profetas escritores representados en el canon, el autor habla de los profetas que no escribieron, tanto de la época anterior a la monarquía (p. ej. María, Débora y Samuel) como de la época monárquica (p. ej. Natán, Elías y Eliseo).