Dios tiene un plan asombroso para nosotros, y el enemigo procura sabotearlo.
Cuando no reconocemos quiénes somos en realidad, limitamos a Dios. No obstante, cuando comprendemos la verdad de nuestra identidad en Cristo, podemos caminar con autoridad en el poder reservado para cada uno de los hijos de Dios. Podemos sanar a los enfermos, expulsar demonios y librar a los cautivos.
Podemos ver milagros y causar un impacto duradero para el reino.
No se conforme con el techo de cristal construido con las mentiras del enemigo. Ataviéselo. Cambie el temor y la duda por una vida de posibilidades radicales.
Reclame su verdadera identidad… y cambie el mundo.