“Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo”. Juan 17:24
Habiendo conocido Su amor, el corazón del creyente siempre estará inquieto hasta que vea la gloria de Cristo. El punto culminante de todas las peticiones que Cristo hace a favor de sus discípulos en este capítulo 17 de Juan es que vean Su gloria. Entonces yo afirmo que uno de los beneficios más grandes para el creyente en este mundo y en el venidero es la consideración de la gloria de Cristo.
En la vida venidera, ningún hombre verá la gloria de Cristo, a menos que la haya visto por la fe en esta vida. Es necesario que seamos preparados para la gloria por medio de la gracia, y que por medio de la fe seamos preparados para ver a Cristo con nuestra vista.