Nos hemos tomado la libertad en este libro de definir la Casa del Señor como esa Iglesia viviente, unida y en oración, en una ciudad. La Casa del Señor estará constituida por bautistas y pentecostales, por iglesias tradicionales y por iglesias renovadas, estará libre de toda clase de perjuicios raciales y de clase.
Edificar la Casa del Señor, la iglesia de la ciudad, la iglesia renacida, que ora, que ama, todavía es la prioridad de Cristo.
La meta del Padre no es simplemente bendecirnos, sino transformarnos a imagen de su Hijo. El desea usarnos para volver nuestras ciudades hacia El. Pero el plan de Dios para la sanidad de nuestra nación no es un plan aparte del plan de nuestra transformación a imagen de su Hijo.
Uno de nuestros objetivos primarios al unir a las Iglesias es que a través de nuestra unidad Jesús será revelado. Es la gloriosa presencia de Cristo en la Iglesia, en contraste con las tinieblas que van en aumento en nuestras ciudades, lo que hará que las multitudes se acerquen a El.
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