Pasaron 500 años desde aquel primer golpe estruendoso que hizo no sólo temblar la puerta de la capilla de Wittenberg, sino también los cimientos de una iglesia destruida por la corrupción, donde el evangelio y la proclamación del perdón eran opacadas por leyes humanas y normas de hombres.
La vida de la iglesia, la Palabra proclamada con verdad, Palabra que es salvación para el hombre pecador, porque es Cristo, no se daba en los púlpitos, ni en las universidades; pero Dios tuvo misericordia de los hombres y como una lluvia fresca de verano volvió a enviar su Evangelio a todos aquellos que se encontraban sedientos.
Esto dio origen a una cantidad de Reformas que vinieron a continuación. Hoy, en el siglo XXI y en la diversidad de nuestro continente latinoamericano, la pregunta es: ¿Cuán sedienta está la iglesia del Evangelio? ¿Cuán importante es para nosotros aquella Reforma que se dio hace tanto tiempo? ¿Qué nos dejó la conmemoración de la Reforma? ¿Continúan siendo relevantes aquellos postulados defendidos por los reformadores? ¿Continúa la iglesia confesando y viviendo los principios de esta Reforma?
El intento de dar respuesta a algunos de estos interrogantes es lo que impulsa a nuestro sello editor, que está dando sus primeros pasos, a pensar en un proyecto como éste. Reflexionemos, juntos, sobre nuestra historia y nuestro legado. Reflexionemos conjugando el ayer y el hoy.
-Juan Sack