La predicación es, particularmente en el cristianismo evangélico, un fenómeno capital que comprende la generalidad de su modo de ser, su misión, su teología, su eclesiología y su sociología. Basta echar una ojeada a la amplia bibliografía al respecto, las revistas especializadas y las organizaciones dedicadas al estudio de la predicación, para darse cuenta de la tremenda importancia que tiene este tema en el mundo evangélico.
Un cambio de orientación en la predicación, un ligero desplazamiento de la misma y todo el edificio se conmueve desde sus cimientos. La crisis de determinadas iglesias y denominaciones comienza por ser una crisis de predicación. A su vez, la crisis de la predicación se siente como una crisis del cristianismo, porque la predicación es parte constitutiva del culto y de la vida de los creyentes, aquella que en cada reunión congrega a la comunidad creyente en torno a la Palabra de Dios con vistas al seguimiento de Cristo y la salvación del mundo.
Al ser uno de los elementos más distintivos e importantes del mundo evangélico, no puede dejarse a la improvisación de cualquiera que, aunque con buena voluntad pero con falta de formación, crea que predicar es una tarea que se puede realizar de cualquier modo. La predicación es una gran responsabilidad que la iglesia otorga a sus miembros elegidos para realizar la gran obra de Dios de anunciar su Palabra a toda criatura y de edificar a su Pueblo.