Durante muchos siglos la cultura parecía pertenecer al cristianismo, a la teología. Hoy día, el lenguaje teológico pertenece a la cultura donde la antropología sirve de mediadora.
La cultura es esencialmente histórica y el cristianismo participa de dicha condición temporal a través de la razón antropológica de cada momento. El problema de Dios no escapa a esta condición y a esta temporalidad cultural.
Antes para entender a Dios acudíamos al ser. Ahora, para entender a Dios acudimos a la antropología cultural e histórica. Preocupados por la fenomenología o trazado de las vías de acceso, Dios era una meta, llegada o destino de la razón. Actualmente, la razón cultural incluye a Dios que pasa a ser un presupuesto de la cultura. Se ha acabado la nube de la metafisica y comienza el suelo, la tierra de la antropología y de la cultura para acceder al problema de Dios.
Con este ensayo sobre la historia de la antropología cristiana no buscamos una convalidación cultural de la fe o de la teologia pero sí, un derecho a estar presente en la constelación de las ciencias actuales y determinar su concepto. El cristianismo no es un excedente de la cultura ni un resto abandonado. La fe no puede seguir vallada frente a la razón. Con este estudio pretendemos reforzar la visibilidad cultural del cristianismo a lo largo de la historia en un proceso de fusión, que no de confusión. Partiendo de la conocida relación entre las ciencias y la teologia y después de admitir el estatuto científico de la misma, ahora caminamos hacia una reacción y redacción cultural de la fe que ya viene precedida de todo el siglo XX. La civilización moderna se lanza al agua para rescatar al misterio conjunto de Dios y del hombre. Podemos hablar de un nuevo renacimiento cultural de la fe cristiana. La senda de la cultura está plagada de las huellas de la teología cristiana.
La Historia de la Tierra Santa
Usos y Costumbres de los Judíos en los Tiempos de Cristo 

