En el presente libro, el autor no pretende hacer una demostración determinante para probar la existencia de Dios, sino presentar los argumentos que podemos esgrimir los que creemos en la existencia de un ser supremo manifestado corporalmente en Jesucristo y que nos ha dejado su mensaje mediante las Escrituras. Pero esta empresa se lleva a término asumiendo los presupuestos desde los que parte el autor así como abordando las ideas contrarias o distintas y los presupuestos de los que parten. El autor rechaza así tanto el ingenio evidencialismo que pretende demostrar la existencia de Dios como si de una verdad científica se tratara, como el presuposicionalismo que no admite la posibilidad de diálogo entre el creyente y el que parte de una cosmovisión distinta. El cristianismo es razonable y comunicable, pero no podemos olvidar que en último término el conocimiento de Dios parte de la iniciativa divina mediante la asistencia de su Espíritu.
Este libro debe servir, pues, como aprendizaje en la afirmación de la Verdad y en el diálogo. Los temas seleccionados no son todos los posibles, pero pretenden situar al lector en los debates e iniciarlo en su profundización. Esperemos que este libro sea, como lo ha sido para el autor, sólo un punto de inicio en el que la asunción de la propia ignorancia sea un acicate para que el creyente no sólo tenga inquietudes, sino también convicciones.