Ester sin duda estaba en el sitio correcto en el momento adecuado, pero no llegó ahí por sí sola. La mano cariñosa y guiadora de Dios estaba con ella. Dios pudo trabajar poderosamente a través de ella porque estaba dispuesta a ser un instrumento.
Tú también puedes ser como Ester y ser una mujer fuerte y bella a través de:
– Cultivar una confianza duradera en Dios.
– Esperar con paciencia y buscar consejo sabio.
– Prepararte y persistir en las tareas que recibes de Dios.
Mientras siga la mano guiadora de Dios verás desarrollarse en ti una belleza y una fuerza que transmitirás a todos los que te rodean