Para conocer a Dios es necesario, antes que nada, tener un claro concepto de quién es él. Esto requiere tiempo. También requiere fe y conocimiento, y estas cosas las concede Dios cuando se lo pedimos orando humildemente.
Y como no podemos conocer cabalmente a Dios a menos que seamos llenos del Espíritu Santo, entonces tenemos que pedir ser llenos del Espíritu, para que nos ilumine, nos enseñe y nos guíe. A lo largo de este libro, cada lector encontrará principios espirituales que lo llevarán a cultivar una vida profunda en el Espíritu Santo, y de esa manera, conocer más a su Dios y madurar en su vida espiritual.
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