El Camino Bíblico a la Bendición revela el perenne deseo de Dios de bendecir a sus hijos. Cada momento de paz, alegría, salud y, desde luego, abundancia material, son manifestaciones de las bendiciones del Padre. No obstante, Dios no nos bendice sólo por bendecirnos. Él nos bendice para que podamos bendecir a otros. Somos bendecidos para que seamos de bendición. Muchos no logran disfrutar a plenitud las bendiciones que Dios ha preparado específicamente para ellos debido a que no son dadivosos. Al apegarse a lo que poseen, no están actuando como mayordomos responsables, eliminando así toda posibilidad de bendiciones futuras.
En El Camino Bíblico a la Bendición, también aprenderá muchas de las poderosas promesas que Dios extiende a quienes dan, bíblica, alegre y sacrificante, por fe, y cómo puede apropiarse de esas promesas hoy día para que su vida mejore.
Que Dios nos bendiga para que satisfagamos nuestras necesidades, no nuestra avaricia.
La Biblia no enseña la teología de nombrarlo y reclamarlo. Quienes dan para recibir han perdido de vista las enseñanzas bíblicas, puesto que las riquezas no son un indicio de santidad con respecto a la pobreza.
Sin embargo, es una realidad innegable que Dios desea bendecir a sus hijos y que ha trazado en su Palabra el camino para bendecirnos. Aunque no debemos dar con el fin de recibir, deberíamos dar antes de recibir, ya que es una forma en que la naturaleza de Dios se rige para demostrar su amor y bendición hacia sus hijos.