¡Experimente el poder transformador de Dios!
El amor que sana es el amor de Dios. Cuando él derrama su amor, este produce transformación, fortalece, consuela y bendice. Es su amor el que cambia los corazones, pero, ¿cómo hacer o cómo lograr que esto suceda?
Dios demanda de nosotros que estemos a la altura de la manifestación de su amor: “Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:16 RVR60).
Dios pretende que tengamos tanto amor por él como por el prójimo. Veremos las claves necesarias para fluir en ese amor, practicarlo e impartirlo. El amor no debe ser ignorado. Es lo más importante de la vida cristiana, y crecer en ello le permitirá imitar a Jesús como nunca antes.