Imagina la siguiente situación: Al culto de un domingo llega un hombre vestido de mujer que nació Juan y ahora dice llamarse María. ¿Cómo lo tratas? Le dices: “¿bienvenido Juan o, bienvenida María?”. Te pide ir al baño, ¿a qué sanitario lo mandas?, ¿al de hombres o al de mujeres? Pasa al frente para ser ministrado en oración, ¿Quién lo hace, un hombre o una mujer?
Ahora piensa en otra escena. Finaliza la reunión de tu grupo pequeño. Una persona a la que estás discipulado te comenta que nació como Alberto, pero que ahora está operado y se llama Lola. Es más, tiene el documento que acredita que es Lola. ¡Pero Dios lo creó como Alberto! ¿Qué haces? ¿La sigues llamando Lola o entras en duda respecto de cómo relacionarte con esa persona? ¿Cómo actuarías? Estas dos situaciones planteadas son totalmente actuales y posibles. Si no supiste qué contestar con claridad, tienes en tus manos el libro correcto.
Es necesario repensar cómo alcanzaremos con el evangelio a estos grupos minoritarios, ya que toda persona necesita conocer a Cristo. Pero, ¿Cómo podremos amar lo que no conocemos y cómo podremos alcanzar aquello que tememos? Antes de juzgar al otro o de cerrarnos en nuestro legalismo, pensemos que ellas son, al igual que nosotros, un verdadero tesoro para Cristo
La Vida del Cristiano Centrada en Cristo
Teología Básica
El Mundo Religioso Latinoamericano
45 Años de Esperanza 

