Todo se reduce a una cosa.
Cuando sientes tu vida vacía, ¿qué la puede llenar de significado? Cuando necesitas estar seguro de que alguien te ama de manera profunda, ¿adónde puedes acudir? Todo se reduce a una cosa: ¡La cruz! Ya la has visto. Tal vez la hayas usado. Quizá hayas orado ante ella. Sin embargo, ¿la conoces? Cualquier análisis serio de las afirmaciones del cristianismo es, en su esencia, un estudio de la cruz.
Aceptar o rechazar a Cristo sin un examen cuidadoso del Calvario es como decidir acerca de un automóvil sin mirar el motor. Así que, mira bien la cruz. Examina esta hora en la historia. Mira los testigos. Escucha las voces. Observa los rostros. Más que todo, ¡observa a aquel a quien llaman el Salvador!
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