Dios nunca tuvo ni tiene problemas financieros, ni tampoco está necesitado de nuestro dinero, solo que prueba nuestra confianza para ver si puede derramar o no, más de su bendición. En medio de la crisis que azota al mundo, los creyentes en Jesucristo podemos demostrar que nada nos falta, porque dependemos de Dios. El instituyó leyes espirituales que son para nuestro provecho, prosperidad, y proyección. Muchos hoy no son prósperos, porque han invertido el orden, han puesto su confianza en el dinero y no en Dios.
Como ser prósperos, te ayudará a descubrir la inmensa riqueza que Dios ha puesto en ti, para que lo honres y puedas aún sobreabundar en buenos obras.