El trabajo no es solo una vocación de los seres humanos, también es de Dios. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Dios trabajó para crearnos y nos creó para trabajar. “Entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Gn 2:15). Dios también creó el trabajo como algo bueno, aunque sea difícil verlo así en un mundo caído. Dios nos llama a trabajar para conseguir nuestro sustento y para servir a otros (Ef 4:28).
Sin embargo, muchas personas enfrentan dificultad, aburrimiento o explotación en el trabajo. Tenemos malos jefes, relaciones hostiles y ambientes de trabajo poco amigables. Nuestro trabajo parece inútil, no es apreciado, es deficiente y frustrante. ¿Cómo puede ser esto si Dios creó el trabajo como algo bueno, y qué podemos hacer al respecto?
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