Se ha dicho que «la iglesia no es un museo de santos, sino un hospital para pecadores». Todos estamos quebrantados y heridos de una forma u otra. Desafortunadamente, muy a menudo tenemos la necesidad de esconder el dolor y ponernos una máscara, de esconder las lágrimas y mostrar que vivimos una «vida victoriosa». Aixa ha ministrado a mujeres de Iglesias latinas por años, y le ha afectado ver los efectos que esto tiene en las personas con las que ella trabaja.
En este libro, ella extrae de la Escritura y de su propia experiencia para animarnos a llorar Lágrimas valientes. Hay sanidad al reconocer cuán rotos estamos y ponerlo a los pies de Jesús, quien trabaja en y a través de esto.