La verdadera espiritualidad no nace de una intuición interna ni se desarrolla con base en nuestros propios esfuerzos. Nos llega desde afuera. Dios ha hablado y ha dejado Sus palabras registradas en la Biblia. Estas palabras son vida.
Su Palabra llega a nosotros y el Espíritu las aviva en nosotros. El proceso a veces es doloroso y extenuante como un parto, pero su fin es «Cristo formado en nosotros» (Gál. 4:19). Descubrir las dinámicas de este proceso debe ser la meta principal de nuestras vidas.