Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado (Salmo 1:1).
El Salmo 1, LA INTEGRIDAD, puede considerarse como SALMO PREFACIO, pues viene a ser un resumen del contenido completo de todo Libro de los Salmos. Su propósito es mostrarnos el camino de «La Integridad» y advertirnos de la destrucción segura que aguarda a los pecadores. Una suerte de texto clave sobre el cual sustenta su mensaje divino todo el conjunto de los demás Salmos.
Debido a una tautología o hebraísmo de repetición que enfatiza el grado superlativo, al libro de Cantares se lo denomina “El Cantar de los Cantares” por considerar que constituye el canto más excelente entre todos los cantos; así, en justa correspondencia, el Salmo Primero debería llevar por título “El Salmo de los Salmos”, no tan solo porque viene a ser un resumen de todos los demás salmos, sino también porque contiene la médula y quintaesencia de la fe cristiana.
Abre con una bienaventuranza, por lo que comienza allí donde todos aspiramos terminar; y bien podríamos etiquetarlo como “La Guía del Cristiano”, pues traza un mapa detallado no solo de las arenas movedizas donde los malos se hunden sin remedio, sino también de las zonas de tierra firme por donde han de transitar los creyentes en su camino a la gloria.